1.4 Calentamiento
- 7 min de lectura
Antes de entrar en materia, siempre hay que calentar un poco. Por lo tanto, voy a empezar desmintiendo algunos mitos urbanos arraigados y añadiré algunas reflexiones.
No es oro todo lo que reluce
Por suerte, hay grandes profesionales del marketing, pero por desgracia es bastante habitual que las cosas no funcionen como deberían o como nos habían prometido. A veces, leemos folletos comerciales o vemos vídeos promocionales y pensamos que ese producto o servicio nos va a salvar la vida. Pero luego, cuando lo probamos o leemos la documentación técnica (si la hay), podemos llevarnos un buen chasco…
También aprovecho para decir que los que trabajamos en el ámbito de la tecnología no usamos el software estándar de todas las películas donde hay un hacker veinteañero que es capaz de entrar en los sistemas del Pentágono, la CIA, el FBI, la NSA, etc., él solito. Por suerte, eso es imposible. La informática es como la medicina: alberga tantas disciplinas que una persona no puede ser un experto en todas. ¿Verdad que no vamos a la consulta de un dentista y le decimos que nos duele el dedo gordo del pie derecho? No tiene sentido, pues con la informática es lo mismo. Lo que pasa es que, debido al desconocimiento generalizado, la gente se piensa que sabemos de todo y no es así. Hay «especialistas» en distintas ramas, igual que pasa con la medicina.
Relación amor - odio con la tecnología
Siempre he dicho que mi relación con la tecnología es de amor - odio. Tal y como se dice, del amor al odio hay un paso y, según mi opinión, eso es muy cierto. Hay días en los que las cosas no funcionan, estás estancado y notas cómo la frustración te invade. No obstante, de repente te llega la inspiración cuando menos te lo esperas, quizás estés en el gimnasio, dando un paseo, conduciendo, duchándote o sentado en el trono. En ese momento de gloria, ves la luz y se te ocurre la solución a tus males. Cuando la implementas y funciona, entonces la vida vuelve a ser maravillosa, la tecnología vuelve a ser lo mejor del mundo, la euforia te invade y piensas: vale, dejo el plan de abandonarlo todo e irme a vivir a una cueva, aislado y viviendo de la naturaleza.
El hecho de que se te ocurran soluciones a problemas incluso cuando duermes tiene su lado bueno y su lado malo. Es genial que, mientras estás haciendo una tarea que no está relacionada con lo que te preocupa, se te ocurra la solución o detectes dónde está el fallo, incluso antes de que ocurra, porque tu subconsciente lo estaba procesando en segundo plano. La parte mala es que no desconectas y acabas trabajando demasiadas horas. El hecho de no desconectar y estar pensando en otras cosas te puede llegar a afectar en tu vida diaria, haciendo que no vivas el presente. Por lo tanto, hay que ir con mucho cuidado con esto y encontrar ratos para todo, ya que la desconexión y la desintoxicación digitales son cada vez más necesarias para poder recuperar la energía y volver a estar frescos y motivados.
Antes solo Dios creaba
Estudié en un colegio religioso y recuerdo que nos decían: «Solo Dios crea, los humanos fabrican cosas». El argumento que nos daban era que crear algo significa hacer algo que sale de la nada. Como dijo un compañero de clase: ¿cómo pueden salir cosas de la nada si no hay nada? Bromas aparte, recordemos que hasta hace no muchos años el trabajo era manual y prácticamente todo era físico. Hoy en día las cosas han cambiado mucho, ahora la tendencia es que todo sea «digital y en la nube», es decir, estamos hablando de conceptos intangibles. De hecho, actualmente somos muchos los que nos dedicamos a «crear» cosas a diario. Por poner un ejemplo, los desarrolladores de software se pasan el día escribiendo código que no existe físicamente, pero que sin él los programas (que tampoco existen) no funcionarían.
Mecánica digital
Tal y como ya he explicado, uno de mis hobbies es la mecánica aplicada a los coches de radiocontrol, la cual tiene muchas analogías con la informática y la razón es que la mecánica se rige por las leyes de la física, pero también por la lógica. Hay que buscar el sentido a los problemas, ver por qué suceden las cosas y anticiparse a posibles fallos.
Según mi opinión, la gran diferencia entre la mecánica y la informática es que la mecánica está en el mundo real, mientras que la informática está en el mundo digital (virtual). Por poner un ejemplo, en una de las ocasiones en las que no me arrancaba un motor, después de buscar posibles fallos revisando el filtro de aire, carburador, bujía, etc., finalmente vi que uno de los tornillos del cilindro estaba roto. Esto provocaba que entrara aire por la junta, la mezcla se empobrecía y el motor se revolucionaba hasta que se apagaba. Desgraciadamente, en el ámbito del desarrollo de software no podemos ver que un tornillo se ha roto. Solo vemos código y ficheros de configuración. Esto puede hacer que solucionar problemas complicados llegue a ser una tarea extremadamente difícil, aunque a veces una simple errata te puede llevar al borde de la locura.
Así pues, a lo largo del libro pondré ejemplos y haré analogías con temas relacionados con la mecánica para que las explicaciones sean más claras y fáciles de entender. De esta forma, en vez de hablar de conceptos abstractos, las comparaciones serán con elementos tangibles «reales».
Somos artesanos digitales
Teniendo en cuenta todo el transcurso de la historia de la humanidad, hasta hace no muchos años las cosas se hacían a mano, pero con la revolución industrial (siglo XVIII) llegaron las máquinas, la automatización y la producción en cadena. Es curioso como gracias a las nuevas tecnologías, en muchos casos, hemos vuelto hacia atrás en este sentido para volver al trabajo artesanal. Es decir, cuando escribimos un programa nuevo, estamos dedicando nuestros esfuerzos a un producto en concreto en vez de «hacerlos como churros». Si bien es cierto que usamos frameworks que nos facilitan muchísimo la vida y librerías (también conocidas como bibliotecas) que nos proporcionan herramientas muy valiosas, al final, cuando hacemos programas para dar servicios concretos, estamos creando algo único y diferente al resto.
En una charla a la que asistí, una empresa se autodefinía como «boutique de software» porque decían que lo desarrollan a medida y de forma exclusiva para cada cliente. Podríamos decir que en muchos casos hemos pasado de la estandarización a la personalización. Veremos si dentro de unos años estas afirmaciones siguen siendo ciertas, mientras tanto… ¡Viva la artesanía digital!
Un ordenador es un tonto muy rápido
Me hace mucha gracia cuando la gente dice que los ordenadores son muy inteligentes. ¡Esto es mentira! Los ordenadores son muy tontos, pero muy rápidos (eso se lo tenemos que reconocer). De hecho, lo son hasta tal nivel que, con una sola falta de ortografía, una simple errata o en el caso de que haya una mínima ambigüedad ya no saben qué hacer y pueden dar problemas por donde menos te lo esperas.
Sabes el chiste que la mujer le dice a su marido: «Mira si hay patatas y, si hay, pela la mitad. Entonces él ve que sí hay y pela la mitad de cada una de ellas». El resultado es un conjunto de patatas donde cada una de ellas está medio pelada. Puede parecer un chiste muy malo, pero ilustra a la perfección cómo funcionan los ordenadores. Esta ambigüedad que a nosotros nos parece tan absurda porque «se sobreentiende por el contexto» sería un error de programación. A la máquina hay que decírselo todo literalmente como si fuera un niño pequeño, por ejemplo, la orden sería: «Mira si hay patatas en el armario del lado izquierdo del fregadero de la cocina y, si hay, coge la mitad de estas patatas y pela completamente estas patatas que has cogido». Aquí se puede ver que especificamos el lugar exacto donde están las patatas, decimos que coja la mitad y que pele completamente estas patatas que ha cogido. Sin embargo, en un sistema real también tendríamos que especificar cómo coger las patatas, cómo pelarlas, además de dónde y cómo dejarlas una vez peladas. ¿A que ya no parecen tan listos? Eso sí, ten en cuenta que, si se lo dices bien, van a terminar mucho antes que tú, o sea que no te rías de las máquinas.
No obstante, tendremos que esperar a ver cómo evolucionan tecnologías como la inteligencia artificial, el Internet of Things (IoT), la impresión 3D, la computación cuántica, el blockchain, el 5G, etc., durante los próximos años porque los avances conseguidos durante las últimas décadas son verdaderamente asombrosos. Esto hace que nos preguntemos cada vez más si las máquinas algún día serán más listas que nosotros. ¿Te lo imaginas? A continuación, me gustaría compartir un vídeo contigo donde se compara la evolución de unos robots en un lapso de tiempo de siete años. En él podrás ver un gran cambio, desde que empiezan a andar hasta que son capaces de realizar auténticas acrobacias e incluso de remolcar un camión. Sin duda, esto invita a reflexionar…
¿Somos esclavos de nuestra libertad?
Está claro que la tecnología nos facilita la vida y nos hace más libres, pero, actualmente ¿esto sigue siendo cierto? Seguramente habrás silenciado grupos de WhatsApp o Telegram para poder estar tranquilo, o habrás silenciado las notificaciones de tu aplicación de correo porque necesitas desconectar y no quieres leer ni responder correos electrónicos del trabajo fuera de tu horario laboral.
A pesar de ello, probablemente habrás salido de casa sin la cartera, pero no habrás vuelto a por ella porque sabes que en caso de necesidad puedes pagar con el móvil, usando NFC o directamente por Internet. En cambio, es muy probable que algún día lleves la cartera, pero te hayas olvidado el móvil y entonces sí decidas dar la vuelta para cogerlo.
Cuando vivimos más pendientes de las pantallas que de lo que pasa a nuestro alrededor, nos podemos plantear si realmente somos libres o vivimos para ganar dinero para comprar los últimos gadgets, sin los cuales somos incapaces de salir de casa. Desde que compré un patinete eléctrico y hago desplazamientos urbanos con él, me he dado cuenta de lo realmente empanados que vamos por la vida. Tienes que ir con mil ojos para no atropellar a nadie, ya que la gente va caminando tan concentrada en su teléfono móvil y/o escuchando música sin darse cuenta de lo que pasa a su alrededor, que incluso cruzan o caminan por los carriles bici sin darse cuenta siquiera de dónde están y del peligro que corren. Por supuesto, también los hay que circulan por donde no deberían, pero este ya es otro tema.
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