5.5 Encantadores de serpientes
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No he podido evitar dedicar un capítulo a los encantadores de serpientes o vendedores de humo, como les quieras llamar. Vaya por delante que no tengo nada en contra de los comerciales, vendedores y gente de marketing honrada, esta es una crítica a las personas que obran de mala fe. Me refiero a esa gente que habla de grandezas, pero no hay nada de verdad en lo que dicen porque no tienen ni idea de lo que cuentan y/o distorsionan totalmente la realidad.
Esta gente suele tener varias tendencias innatas: el postureo, la exageración, la simplificación excesiva, la frivolización del trabajo ajeno y el optimismo desmesurado. Suelen tener don de gentes y mucha facilidad de palabra. Todo junto los hace vivir en los mundos de Yupi, donde todo es fácil, maravilloso y funciona a la primera. Desgraciadamente, las cosas no son así, por mucho que nos intenten vender la moto, y su discurso no es más que un brindis al sol. Pero como todo en la vida, los hay que «encantan» mejor y otros que lo hacen peor.
Los que lo hacen mejor tienden a usar palabras técnicas en su lenguaje y cuando hablan convencidos de lo que dicen pueden parecer verdaderos expertos en la materia. No obstante, un análisis más detallado de estas personas puede poner en entredicho rápidamente lo que cuentan. Muchas veces se puede comprobar que repiten el mismo discurso una y otra vez en diferentes contextos. Si eres capaz de recordar lo que dijeron en anteriores ocasiones es muy probable que empieces a tener varios déjà vu… Suelen «estar al día» de las tecnologías que están de moda en el momento y, si no las conoces, te pueden atacar con frases como: «¿En serio no lo conoces?». Entonces, para regocijarse de su «sabiduría», te harán una descripción que podría encajar perfectamente con el primer párrafo de la Wikipedia o, peor aún, una mezcla entre lo que han oído por ahí y cosecha propia para adornarlo y que quede bien. En definitiva, podríamos considerarlos fervientes practicantes del «cuñadismo tecnológico».
Los que lo hacen peor son más fácilmente detectables porque desde el inicio parecen charlatanes intentando vender botes de ungüentos de crecepelo para combatir la calvicie. Recuerda que, si un trato parece demasiado bueno, probablemente no sea un buen trato y que demasiado de algo bueno es malo. Por lo tanto, como se decía hace unos años, que no te vendan duros a cuatro pesetas o vas a hacer el negocio de Roberto y las cabras.
Una mentira repetida mil veces no se convierte en verdad. No obstante, es realmente preocupante cuando estas personas se llegan a creer sus propias mentiras, después de tanto repetirlas.
A medida que crecemos vamos madurando y vamos perdiendo esa inocencia de niños, algunos más temprano y otros más tarde, con su lado positivo y negativo. La parte buena en este caso es que nos hará más reticentes a creernos lo que nos digan los demás y podremos identificar con más facilidad y antes de que sea demasiado tarde a un encantador de serpientes.
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