5.1 Hay varios tipos de personas
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Por suerte, no todos somos iguales, ni tenemos los mismos gustos, ni intereses, ni habilidades. Dicen que en la variedad está el gusto y que para gustos los colores.
En este capítulo voy a hablar de distintos tipos de personas en lo que se refiere al ámbito tecnológico. En este contexto, el término «persona» también se podría interpretar como rol, y vale decir que hay personas con un rol muy marcado y único, mientras que hay otras que pueden desempeñar múltiples roles sin problemas porque son polivalentes.
Los que hacen martillos
Este tipo de personas son las que crean herramientas para que otros puedan utilizarlas en el desarrollo de nuevos productos. Un ejemplo muy claro son los creadores de los frameworks y librerías de programación. Estos frameworks en sí no son programas finalizados, sino que nos ofrecen una estructura base y nos proporcionan utilidades para que podamos crear nuestros programas a partir de ellos. Por otro lado, podemos ver las librerías (bibliotecas) como «cajas de herramientas digitales» con todo tipo de recursos que pueden sernos realmente útiles. Por supuesto, cuando trabajamos con frameworks es muy común usar librerías de terceros, siempre que sean compatibles y sus licencias lo permitan.
Gracias a este tipo de personas nos ahorramos tener que implementar las mismas funcionalidades una y otra vez porque ya lo han resuelto y lo han empaquetado en los frameworks y librerías que usamos. De verdad, gracias.
Los que los rehacen
Este tipo de personas son las que se dedican a ver qué herramientas existen y crean nuevas, a menudo a partir de la modificación, mejora o fusión de una o varias herramientas existentes. Aunque otras veces crean sus propias herramientas desde cero con la idea de mejorar las que ya hay en el mercado.
Muchas veces crean mejoras que valen la pena y nos simplifican aún más la vida (gracias), pero en otras ocasiones acaban reinventando la rueda creando más herramientas que hacen lo mismo que las ya existentes, pero con distintos nombres. El hecho de rehacer lo mismo es uno de los puntos malos de esta evolución tan rápida que estamos experimentando. Aparecen muchísimas herramientas nuevas cada semana y muchas de ellas no aportan ninguna novedad, aunque sí te obligan a estar al día y estudiar constantemente qué hay en el mercado.
El mundo del frontend es un ejemplo muy claro de esto, donde cada vez hay más frameworks y librerías disponibles. Unas nacen, otras crecen y otras mueren, en una rueda que parece no tener fin y que cada vez es mayor.
Los que los utilizan
Estas personas eligen las herramientas que tienen disponibles y las utilizan combinándolas para crear algo usable. Es decir, son los que saben crear un producto final usando herramientas existentes.
Estas personas entienden que hoy en día no tiene sentido hacer tus propios sistemas empezando completamente desde cero. Hay tantos ámbitos y tanta complejidad que necesitamos herramientas que nos permitan avanzar y centrarnos en lo que realmente nos interesa.
Este perfil corresponde claramente a los desarrolladores que usan «martillos digitales» para crear las aplicaciones utilizadas por los usuarios, que a su vez pueden ser otros desarrolladores, usuarios no técnicos e incluso otros sistemas.
Los que no saben utilizarlos
Estas personas pueden saber mucho sobre qué herramientas hay, para qué sirven, cuál es mejor usar en cada caso, pero no saben usarlas ellos mismos directamente, sino que delegan en otros para que lo hagan. Este rol tiene una visión más estratégica y no tan técnica.
Evidentemente, no todos sabemos de todo, ni podemos pretenderlo o nos volveríamos locos en el intento. En mi caso, sé usar unos cuantos martillos, pero hay otros que no sé usar; no obstante, sé para qué sirven y confío en otras personas para que lo hagan. Este podría ser un rol que encajaría con el consultor que aconseja sobre las herramientas más apropiadas para cada caso. Aun así, una vez más, tampoco podemos saber para qué sirven todos y cada uno de los martillos que existen en el mundo. Es más, ni siquiera sabemos de la existencia de muchos de ellos porque salen nuevos modelos a diario, aunque esto tampoco debería servir como excusa para no reciclarse.
Los que los compran
Este perfil corresponde más al tipo de personas que tienen un problema, no saben qué herramientas hay y acuden a expertos para que les asesoren sobre qué herramientas son mejores para su caso y quién y cómo debería usarlas. Una persona con visión de negocio no tiene por qué saber qué herramientas hay ni cómo usarlas. A él o ella le interesa identificar el problema o necesidad y buscar la mejor solución para su caso.
No hay nada de malo en ello, pero es evidente que un background técnico siempre ayuda porque entonces se facilita la toma de requerimientos por parte del consultor que le va a dar soporte. Y, en caso de problemas durante el desarrollo e implantación, el feedback proporcionado será más detallado y de mejor calidad, lo cual se tendría que traducir en una mayor agilidad y menores costes.
Los que hablan de martillos sin tener ni idea
En este grupo están los «enterados» o «cuñados» que hablan sin saber de lo que están diciendo, repitiendo cosas que han escuchado aquí y allí como si fueran loros. Además, en muchas ocasiones usan tecnicismos o palabras en inglés para que parezca que saben mucho. Suelen estar al tanto de las últimas tendencias y te intentan vender la moto de que son auténticos expertos con mucha experiencia. Es muy divertido ver cómo les cambia la cara cuando les empiezas a hacer preguntas que no salen en los primeros párrafos de la Wikipedia.
Los que no saben qué es un martillo
A diferencia de los que los compran, que sí tienen claro que existen martillos que pueden usar para resolver problemas, están los que desconocen que hay herramientas que les pueden ayudar a resolver sus problemas o a facilitarles las tareas. Muchas veces este tipo de personas pueden encajar dentro de los llamados analfabetos digitales y con formación pueden pasar a ser «compradores de martillos».
Los que no quieren usar martillos
Por último, he dejado al tipo de personas más conservadoras, reacias a la tecnología y que creen que las cosas hechas a mano (como se ha hecho toda la vida) son mejores que usando herramientas actuales. Este tipo de perfil también puede encajar dentro de los «analfabetos digitales», aunque su posicionamiento no se debe tanto al desconocimiento de las herramientas de las que disponemos hoy en día, sino al convencimiento de que realmente se tiene que seguir el procedimiento tradicional.
Sé de buena tinta de más de un caso de estos, en los que procesos de transición y transformación digitales en empresas han sido mal vistos hasta que se han comenzado a percibir importantes mejoras en departamentos que han empezado a modernizarse. Solo entonces se ha iniciado un cambio en la política a nivel organizacional para ir abandonando el lápiz y papel y pasarse a la era digital.
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